Dentro de los artículos publicados cada año, tambien hay algunos que se quedan fuera. igual que ocurre con nuestras tiras. Este año solo le ocurrió a uno de Norman Fernández que reproducimos aquí:
La historia comienza con una joven mujer desnuda, con una mascara de cuero en la cabeza, que tras ducharse y defecar se masturba utilizando un revolver. A continuación, se suicida de un disparo en la cabeza. Cuando los agentes del orden (o lo que sean) se adentran en el domicilio y descubren el cadáver, encuentran también una nota de la suicida que reza: “Señor Juez. Espero y deseo que les den bien por el culo a usted y a su puta madre”
Este es el resumen de una de las historietas de Miguel Ángel Martín, de su libro “Psichopatia Sexualis”, que debo reconocer que, vaya a usted a saber por qué, forma parte esas historias de las que uno nunca se olvida. Miguel Ángel Martín es, como no es difícil adivinar, el autor del que he venido a hablar aquí.
Miguel Ángel Martín es un creador al que el éxito le ha llegado siempre acompañado de la polémica. A los numerosos premios internacionales que ha recibido (incluido el Yelow Kid de Luca en 1999), se pueden equiparar el numero de distintas ediciones de sus obras que se han visto secuestradas o prohibidas en diversos y variados estados (“democráticos”, para más señas). Cierto es que mucha de esa polémica, viene motivada por la provocativas aptitudes y actitudes del propio individuo, como no es menos cierto que en muchos casos los análisis de sus obras, preferentemente los ideológicos, se realizan desde un análisis muy superficial.
Pero no por ello deja de ser cierto que, en muchas ocasiones, las obras de Miguel Ángel Martín no tienen ni puta gracia; o al menos a mí no me la hace. Pienso en obras como sus últimas historias para El Víbora o las enésimas y repetitivas clonaciones del “Psichopatia Sexualis” (“Snuff 2000”, “Anal Core”, “Hard On”). Trabajos en los que de la impresión de que se busque más que otra cosa el epatar, el llamar la atención, y de una manera más bien gratuita; sin la profundidad de otros de sus obras.
En el apartado de esas otras obras en las que sí podemos escarbar debajo de la coraza estilísticas de autor mis favoritas son dos (que curiosamente aparecieron inicialmente compartiendo el mismo cuadernillo. “Brian, the brain”, la primera de ellas, consiste en la historia, en un futuro cercano y bastante reconocible, de un extraño niño que no posee cráneo y que lleva su masa encefálica “al aire”. Defecto éste que además le confiere una gran inteligencia y ciertos poderes mentales. La obra consiste en realidad en una inteligente reflexión sobre temas como la discriminación hacia los que son distintos, la perdida de la inocencia o la falta de afecto.
“Life fading” es el nombre de la segunda serie y está protagonizada por un individuo que, en el mismo mundo de Brian, se dedica de forma profesional y legal a administrar eutanasias y a ejecutar penas de muerte. Recuerdo especialmente una de las historias de la serie que constituye una de las reflexiones más lucidas e inteligentes que recuerdo haber visto/leído del tema, tan en boga en la actualidad, de la pena de muerte. Supongo que a más de un “profesional de la política” no le sobraría leer esa breve historieta de nueve páginas, pero la verdad es que no creo que lean demasiados tebeos, y menos son de Miguel Ángel Martín: no resultaría “políticamente correcto”.
Cosas Varias 4042 - Mutantes por PAUL SMITH
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